- En el debate contra el presidente Uribe, su familia, su gobierno y colaboradores, Gustavo Petro fue intenso y extenso en sus denuncias, pero superficial y prácticamente nulo en las pruebas.
El debate hecho por el senador Gustavo Petro el martes en la Plenaria del Senado fue un punto de llegada y un punto de partida.
De llegada, de un intento de deslegitimación del Presidente, de su familia, de su gobierno y colaboradores y de Antioquia. De partida, de la candidatura presidencial del propio Petro dentro del PDA con una propuesta de acuerdo nacional por la paz.
No hubo profundización ni de la filosofía ni del discurrir de las Convivir, cuestionadas en su momento por este periódico. Sólo se trató de demostrar que el gobernador Uribe firmó el acta constitutiva de varias de estas asociaciones que fueron presididas por paramilitares, sin tener en cuenta el concepto del Superintendente de Vigilancia, según el cual el Gobernador no autorizó ninguna Convivir para miembros de la cúpula del paramilitarismo.
Petro mezcló pruebas, tomadas de procesos con reserva sumarial, sin decir su estado. Sin aclarar que muchas se referían a casos ya juzgados o precluidos. Fue intenso y extenso en las denuncias pero superficial y prácticamente nulo en la parte probatoria.
Desestimando el concepto del doctor Alfonso Gómez Méndez, quien avaló institucionalmente la resolución inhibitoria a favor de Santiago Uribe Vélez porque no había pruebas, insiste en incriminarlo y afirma que no puede haber preclusión porque, según Petro, está involucrado en casos de desapariciones.
Se refiere a las haciendas Guacharacas y La Carolina para afirmar que en ellas se reunían los paramilitares, que de ahí salían a delinquir y que en ellas hubo asesinatos. Habría sido de mínima justicia mencionar que en Guacharacas las Farc asesinaron al padre del presidente Uribe. Además, siendo Álvaro Uribe el sagaz político que es y teniendo muy claras sus aspiraciones presidenciales, ¿habría permitido estas reuniones? ¿Habría permitido la presencia del helicóptero de la Gobernación de Antioquia en la masacre del Aro?
Tampoco encaja con el olfato político de Fabio Valencia el haberse dirigido a Ramón Isaza para conseguir los votos de su organización en el Magdalena Medio antioqueño. El propio Isaza dice que quizá su firma fue sacada de un sello. Igualmente, pudo ser escaneada. Lo cierto es que la presunta carta fue difundida desde el computador del entonces Secretario de Gobierno de Antioquia.
Petro podría haber legitimado su debate si hubiese reconocido su error y el del grupo guerrillero al que pertenecía, el M19, al haber hecho el trabajo de desaparecer los expedientes de los narcotraficantes extraditables en lo que se convirtió en una inmensa tragedia que inmoló la Corte Suprema de Justicia. Colombia fue generosa con él y con los demás miembros del M19 y esperaba del senador su verdad y petición del perdón. Pero no. Prefirió saltar en botellón por este capítulo de la historia.
La denominación Cartel de Medellín le hizo un daño inmenso a la ciudad y al país. ¿Por qué se empeña Petro en anunciar un nuevo Cartel de Medellín? ¿Es esto solidaridad con Antioquia?
Este debate le está dando la vuelta al mundo y causando un daño serio al país. La diplomacia colombiana deberá hacer un esfuerzo especial para demostrar con la verdad que éste no ha sido un debate ni limpio ni altruista.
Es hora de rodear al presidente Uribe. El mismo pueblo que lo reeligió, porque considera que está encauzando a Colombia por la senda de la paz y el desarrollo y que ha recuperado la seguridad en un marco democrático, debe salir ahora a respaldar a su gobernante. Nadie niega la legítima aspiración del senador Petro a avanzar en la política. Pero que lo haga con propuestas serias y no con artillería verbal sin sustento probatorio.