- Reconoció la labor humanitaria de Piedad Córdoba y Hugo Chávez.
- Hace sólo veinte días se enteraron de que serían liberados.
- Orlando narró cómo los ataban con cadenas a los árboles.
Por
Mauricio André Aragón H.
Enviado especial-Caracas, Venezuela
El ex congresista Orlando Beltrán Cuéllar, secuestrado el 28 de agosto de 2001 por las Farc, cuando salía de la vereda Corozal del municipio de Gigante, en Huila, cree que su liberación y la de otros tres rehenes se debió, en parte, a la multitudinaria movilización civil del pasado 4 de febrero.
En sus primeras horas de libertad, Beltrán habló en el hotel Meliá, de Caracas, con la agencia
Colprensa.
¿Cómo encontró a su familia? "Encontré una familia solidaria, una familia unida, que me ayudó desde la otra orilla, cuando estaba en una actitud angustiante llegaban los mensajes de aliento que me permitían sobrevivir. La verdad es que las cosas son muy diferentes ya en la libertad".
¿Cómo fue esa primera noche en libertad? "Fue un impacto muy grande porque es, en primer lugar, la emoción de salir de un estado muy crítico. Nosotros no creíamos que se fuera a producir este gesto unilateral, estábamos en un estado de depresión muy alto porque veíamos insolidaridad por todos lados y no le veíamos una salida al cautiverio. Fue una inmensa sorpresa, cuando nos comunicaron que habíamos sido seleccionados. De otra parte, llegar a Venezuela y recibir toda la inmensa solidaridad de un pueblo que nos aplaudía y que nos dio la bienvenida en las calles. Fue una muy grata impresión que nunca podré olvidar".
¿Cuál es su estado de salud? "Este viernes vamos a ver a los especialistas, en este momento estamos con la toma de muestras médicas. Tras seis años y medio de trajinar por la selva, sin ningún tipo de cuidado y con miles de dificultades, la salud comienza a sufrir un gran deterioro".
¿Cómo y cuándo se enteró de que sería liberado? "Hace aproximadamente 20 días estábamos escuchando un programa de mensajes a medianoche, cuando dieron la noticia de que las Farc habían sacado un comunicado en el cual me incluían a mí, al igual que a Gloria Polanco y al senador Luis Eladio Pérez, para un gesto unilateral en el que nos entregarían al Gobierno venezolano. Fue una impresión muy grande porque no estaba dentro de nuestros presupuestos esa liberación. Al día siguiente comenzamos la marcha. Recorrimos casi 300 kilómetros por ríos, montañas, día y noche, hasta llegar a un lugar en el corazón del Guaviare, al sitio del que dieron las coordenadas".
Las pruebas de supervivencia y los testimonios demuestran la forma inhumana como las Farc tratan a los secuestrados... "El cautiverio es muy difícil. Nos amarran el cuello y nos atan con una cadena a un árbol. Permanecemos todo el tiempo en condiciones infrahumanas. Son condiciones de absoluto dolor. Es imposible que alguien que esté por fuera llegue a entender cómo un ser humano vive en esas condiciones".
¿La asistencia médica es inexistente o muy precaria? "Uno sabe que si se enferma allí, se muere, porque no existe ningún tipo de tratamiento ni las condiciones técnicas para atender a una persona. Uno tiene que estar preparado permanentemente para enfrentar esa lucha constante contra la muerte, superar todas las dificultades que se presentan en el camino. Es imposible poder narrar lo que se siente, el inmenso dolor, la inmensa angustia en que permanecen los secuestrados".
¿Cuál era la rutina que le permitía hacer más llevadero el cautiverio? "Cuando podía, hacía ejercicio. Y también, cuando podía, leía. Uno vive permanentemente atento a ver qué puede contribuir a sobrevivir. Además, uno siempre permanece en movimiento. Son desplazamientos que complican la situación porque se sufre mucho. Hay que trasladarse de día y de noche, en medio de la lluvia, con muchas dificultades. La pregunta que uno se hace es: ¿hasta cuándo podré resistir?"
¿Con cuáles otros secuestrados estuvo y cuál es su condición? "Inicialmente, estuve con todos los militares y más de diez civiles, incluidos los tres americanos y la doctora Íngrid Betancourt. Hay personas que ya completan 10 años secuestradas en las que se ve el impacto que ha causado el cautiverio. Es muy fácil encontrar una persona totalmente loca, sin ninguna coherencia, desubicada totalmente. La última vez que vi a la doctora Íngrid, tenían que transportarla en una hamaca por efectos de la hepatitis. No podía comer ni tenían la droga con qué atenderla".
¿Usted es portador de mensajes? "No pudieron entregarme mensajes escritos, pero me recomendaron llamar a sus familias, tarea en la que me pondré en las próximas horas. En la charlas que sostuve con ellos antes de mi liberación, nos comprometimos a seguir trabajando por el acuerdo humanitario".
¿Y cuál es el camino para llegar al acuerdo humanitario? "Hay unos resultados que hablan por sí solos. Conmigo ya son siete personas que estábamos en completa incertidumbre, no había ninguna posibilidad de acuerdo, las partes en conflicto estaban completamente polarizadas, prácticamente estábamos condenados a muerte, no veíamos ninguna salida. Gracias a Dios, Piedad Córdoba puso sus ojos en el presidente Chávez y se fue abriendo el camino. Tengo una profunda expresión de reconocimiento al presidente Chávez y al pueblo venezolano. Para mí Venezuela tiene otra visión, otra concepción, para ellos lo primero es la vida. En eso tenemos que trabajar abiertamente, en la necesidad de abrir un camino hacia un proceso de paz. A Colombia no la podemos dejar caer en el despeñadero de la violencia".
¿Qué opinión tiene sobre la posición del presidente Álvaro Uribe? "Me tengo que reunir con él. Es terrible la situación de los militares colombianos con más de 10 años en cautiverio. Primero, fueron capturados en el campo de batalla defendiendo al pueblo, a la Constitución, a la Patria. Representan al Gobierno y fueron abandonados. No se les brindó el apoyo en medio de tomas que habían sido anunciadas con dos y tres meses de anterioridad. Con estos argumentos, el pueblo colombiano no puede aceptar que estas personas se mueran en la selva; todo lo contrario, hay que exigirle al Gobierno hacer todos los esfuerzos para un acuerdo humanitario".
Pero hay un inamovible, el despeje... "Es que también hay que llamarles la atención a los altos mandos militares de Colombia, decirles que sean solidarios con sus mismos compañeros y no califiquen como improcedente el despeje de Pradera y Florida para salvar unas vidas. Despejando esos dos municipios por un espacio de 30 o 45 días se estarían salvando las vidas de sus mismos compañeros, coroneles, capitanes, personas de alto rango".
¿Cómo recibieron en la selva la inmensa movilización del 4 de febrero, en la que se condenaba el secuestro y se les decía no más a las Farc? "Supimos que fue una manifestación multitudinaria donde muchos sectores expresaron todo su repudio hacia el flagelo del secuestro. Así nos pareció que lo entendieron ellos (las Farc), como una expresión popular de rechazo. Ellos no fueron ajenos a eso e inmediatamente procedieron a liberar a cuatro personas más. Es muy importante cuando un pueblo se pronuncia".
¿Qué viene para usted y su familia ahora? "Vamos a seguir trabajando en lo que el país requiere, Colombia tiene muchísimas dificultades, es una nación donde hay muchos generadores de violencia y en eso, como buenos colombianos, vamos a contribuir sacando adelante un proceso de paz, vamos a hacer propuestas. El país no puede seguir hacia el abismo de la guerra, porque está demostrado históricamente que eso lo único que ha generado es atraso y pobreza".
Algunos apartes de los desgarradores testimonios
?Lo más duro fue cuando mataron a mi esposo?: Gloria Polanco ?Ese momento fue muy doloroso. Cuando supe la noticia lo único que hice fue meter un grito de dolor impresionante y decir ?me lo mataron?, pero no volví a dirigir la palabra, no volví a decirles absolutamente nada. Alan estaba con el radio escuchando Las Voces del Secuestro, cuando me llamó ?Gloria, Jaime?. Pasé toda la noche llorando bajo un plástico. Un guerrillero se acercó y me llevó una vela y un encendedor y así pude llorar a la luz de la vela.
Lo manejé de la mejor manera posible; por eso, pensé que tan pronto me reuniera con mis hijos había que perdonar de corazón a todos los que nos hicieron tanto daño. De ahora en adelante el capítulo de la amargura y el dolor se ha cerrado. Ahora es otro capítulo, juntos, contentos, felices y los cuatro tenemos que echar para delante y sacar el legado que Jaime nos dejó?.
?Reconozco que le fallé a Íngrid?: Luis Eladio Pérez
?El trato era y sigue siendo inhumano, especialmente con Íngrid. Dejarla en la selva en esas condiciones y sin que la guerrilla le dé un cambio significativo, me atormenta tremendamente. Yo le caí mal a la guerrilla porque fui constestatario permanentemente. Por supuesto, Íngrid lo mismo, con dignidad y valentía excepcional. Reconozco que fallé frente a la magnitud y gran capacidad de Íngrid para soportar esas situaciones. No tuve la resistencia, me asusté por mi diabetes, no teníamos alimentación... Cuando nos capturaron de nuevo, tras un operativo gigantesco que montó la guerrilla, vino la represión (...) nos amarraron las 24 horas a un árbol, descalzos porque nos quitaron hasta las botas. Le dije a Íngrid, ?Te recomiendo a mi familia, que me perdonen por lo que haya hecho?. Yo pensaba que me iban a matar?.