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La cara de OzPor
Arturo Guerrero
Está a punto de cumplir su primer año 'Arcadia', la revista de periodismo cultural creada y dirigida por Marianne Ponsford, y sus treinta páginas mensuales son ya para muchos un apremio y un vicio. Hay un mundo de artistas, pastores de la belleza y de otras formas contemporáneas de perturbación, que está llegando a Colombia en textos frescos y brillantes, gracias a esta publicación con nombre de felicidad.
Para la última edición, de agosto, y a propósito de la guerra en el Líbano, Juan David Correa, editor de 'Arcadia', localizó por teléfono en el desierto de Néguev al novelista y ensayista israelí Amos Oz, candidato al Nobel de Literatura. Y en dos páginas entregó una conversación que es un documento memorable.
Desde una fotografía de ojos y pelo amarillos, con surcos de 67 años que dicen de una vida trajinada en variadas dimensiones, la cara de Oz discurre con entera sencillez y con acre sinceridad sobre su infancia dolorosa y feliz, sobre el suicidio de su madre cuando el niño tenía doce años, sobre el cuarto de siglo en el rigor de un kibutz, sobre el rabioso cambio de su apellido, sobre su compatriota Jesucristo a quien llama maravilloso pero con quien está en desacuerdo.
Tercia luego en política y, siendo él socialista, reconoce que hoy el egoísmo es una religión. Liderando un movimiento por la paz, plantea que "cuando tu espalda está contra la pared, tienes que pelear". Sin remilgos patriotas afirma que tanto su Israel como la Palestina de otros tienen razón en sus reclamos muy fuertes y ambos son convincentes.
Es consciente de escribir en una lengua, la hebrea, que estuvo oculta durante diecisiete siglos y que al revivir le ha dado la oportunidad de "legislar en el lenguaje", de volverlo a fundar con enormes libertades.
La entrevista con Oz es un lance de sobriedad, humor y vivacidad. Tenemos ahí a un hombre que es una encrucijada de civilizaciones, que ha tenido que reinventarse varias veces en su propia vida y que hoy trabaja en medio del huracán del conflicto contemporáneo. No obstante, sus novelas tratan de las cosas pequeñas, de lo doméstico, de la familia infeliz.
En el cortísimo espacio de una pieza periodística, 'Arcadia' nos ha entregado un testimonio que merecería oleadas en el resto de los medios nacionales e internacionales. Es un botón de muestra de su contenido feliz, es la buena noticia de que la prensa puede ser también un género literario.
arturoguerrero@etb.net.co