- Sale cada sábado desde las costas de Miami (E.U.)
- A bordo, su lujo es parecido al de una pequeña capital.
- El Liberty of the Seas es el barco más grande de pasajeros.
Por
David E. Santos Gómez
Miami, E.U.
Toda la ciudad se mueve. Ha dejado el puerto de Miami (E.U.) y las 160 mil toneladas ingresan a altamar.
Desde los balcones de sus cuartos, los habitantes del monstruo ven que se les fue la tierra pero tienen una sonrisa inmensa plantada en la cara: están a bordo de uno de los barcos de pasajeros más grandes y lujosos del mundo, el
Liberty of the seas. Con 15 pisos de alto y 339 metros de largo, este barco es el nuevo lanzamiento de la empresa de cruceros Royal Caribbean International y ya atraviesa los mares del Atlántico con un poco más de cuatro mil pasajeros en cada viaje.
Anclado en el puerto de Miami parece un edificio vertical inmenso y mar adentro es solo similar a una ciudad flotante que avanza rápido.
Pero ya en su interior, el asombro sube a otro precio.
Uno tan alto que quizá la imaginación no alcance.
Las cifras del
Liberty son todas desproporcionadas.
Si se pusiera en forma vertical sería casi igual de alto que el Empire State y tres veces más elevado que la Estatua de la libertad. Ya acostado tiene la misma longitud que seis transbordadores espaciales.
"Pero se maneja con la facilidad de un auto", explica el capitán del
Liberty Hernán Zini, encargado de dirigir lo que desde tierra parece incontrolable.
Del cuarto al pueblo Construido en los astilleros Turku de Finlandia y destinado a recorrer los mares cálidos del caribe cercanos a Florida, este barco tiene 1.817 camarotes.
Ya afuera de la puerta de cada uno de las lujosas piezas, el turista se enfrenta a un pueblo en miniatura que tiene tantas opciones como una capital pequeña.
Sin recatos, este barco fue hecho para que el lujo y el placer no tuvieran descanso. La mejor forma de testificarlo es la larga calle que lo atraviesa de proa a popa y que tiene a lado y lado bares, restaurantes, galerías de arte e incluso una barbería del viejo estilo.
Hernán Baldonado, un colombiano que tiene el cargo de Embajador Internacional del crucero (quizá el segundo más importante después del capitán), explica que el
Liberty fue creado para que todas las culturas dentro de él se sintieran cómodas.
"Por eso, es que tenemos bares de salsa y un pub de estilo inglés; hay un pequeño teatro egipcio y varias piscinas para niños", explica Baldonado.
Pero si al caminar por ese centro comercial inmenso que atraviesa el barco denominado
Prominade el aspecto parece demasiado citadino es entonces momento para salir a cubierta donde el paisaje es más similar a lo que se enseña en una escuela sobre un crucero.
Las sillas blancas dispuestas para ver el mar están por todo el piso 13 y 14 y alrededor de las tres piscinas que conforman la parte alta.
Una pequeña pista de atletismo rodea estos espacios y justo al final de ella, cercada de graderías, está la piscina más pequeña de todas pero la que más asombra a los visitantes.
Denominada
FlowRider, este espacio genera olas permanentes y permite que desde el más novato hasta el experto surfeador de California monten en tabla y desafíen el agua.
Los itinerarios Los viajes del barco salen siempre de Miami, cada sábado, y se turnan entre el oeste del caribe (Cozumel, George Town y Jamaica) y el este (Puerto Rico, Philipsburg y St. Maarten).
El precio del viaje depende de la temporada pero está alrededor de los 800 dólares por un recorrido de ocho días y siete noches.
Quizá parece poco para recorrer metro a metro la ciudad ambulante porque el impacto del ingreso es abrumador pero, al distribuir el tiempo, se puede jugar en cualquiera de las canchas (básquet, minigolf, pared de escalada, tenis o tenis de mesa).
Ya al final, cuando el recorrido pese sobre la espalda como demasiado descanso (si es que eso existe) se puede saturar aún más con los dos jacuzzis que están sostenidos en el piso 12 sobre el mar y ofrecen una vista inmejorable.
El sueño se acaba entonces cuando se vuelve a Miami y la isla toca de nuevo tierra.